domingo, 9 de mayo de 2010

Beethoven, Velázquez, Cervantes



Cap. 2 Varios triángulos. Significado y Manierismo"

El póster de la optativa, en que el triángulo con Beethoven, Velazquez y Cervantes está acompañado de otros triángulos más pequeños, algunos con otros nombres, provoca los comentarios irónicos de Jesús.
- Esta figura – le dice Clavero – no procede de tres personajes. Si se tratase de artistas tendríamos que pensar, quizás, en más lados. Pero nuestro trío es, en realidad, el de “sonidos, imágenes y textos “. Querría invitaros a que propongáis otros triángulos con personajes:
Santiago elige a Baroja, Mozart, Cannaletto.
Jesús propone Bach, John Ford, Machado.
Por último Elisa, tras reconocer que no resulta fácil se inclina por Wagner,Rembrand, Shakespeare.

Clavero reconoce que corresponden a nueve grandes maestros. Pero quedarían fuera “Las Meninas”: el cuadro de los cuadros y “El Quijote”: el libro de los libros.
- Vamos ahora – continúa – a formar grupos con las tres ramas:
Por los sonidos, Yolanda propone: Beatles, Verdi, Ravel.
Matías, por las imágenes, a Van Gogh, Le Corbusier, Miguel Angel
Y Santiago, por los textos, a Nietzche, Borges, Sartre


Elisa reconoce la calidad de “Las Meninas”, pero confiesa que se guía, para ello, en las opiniones de los críticos; y le gustaría que dedicásemos un apartado para analizar lo que este cuadro significa.
Clavero observa la clase y dirigiéndose a Santiago le pregunta:
¿Cual es, para ti el significado de “Las Meninas”?
Santiago se mueve en la silla; está pensando algo......
- Creo – dice – que el cuadro sugiere algunas ideas. Mientras lo contemplamos se nos van encendiendo bombillas.
- Por mi parte – prosigue – lo primero que me llamó la atención, el día que lo vi en El Prado, fue el espacio contenido de una manera tan clara profunda y luminosa. A pesar de ello hay que reconocer que no sabemos que es lo que está pintando Velazquez : ¿que hay en la tela de la que solo se nos presenta el detrás?
- ¿Estaba pintando a los reyes, cuando entraron en escena la Infanta y sus doncellas?. ¿O bien eran las damas las que estaban posando y el rey y la reina los que interrumpían?. Es evidente que Velazquez juega con el espectador, cuyos interrogantes van a quedar sin respuesta.....
- ¿Podéis decirme que nombre recibe esta manera (o maniera) de enfocar el arte? –les pregunta Clavero.
- Tu mismo lo has dicho - exclama Jesús Puente: maniera o manierismo: el mismo juego que, aplicado al Quijote, pretende confundirnos cuando, según tengo entendido, Cervantes afirma que él es, tan solo, el traductor....
- En efecto; en el capítulo XXVII de la segunda parte podemos leer: “Entra Cide Hamete coronista desta grande historia, con estas palabras en este capítulo,: “Juro como católico cristiano” ; a lo que su traductor dice ....”

- Fijémonos en las luces que hemos encendido al interesarnos por lo que significan Las Meninas. Después de este esfuerzo lumínico, bien podemos zanjar esta cuestión sobre el significado del cuadro; pero sin renunciar a otras aplicaciones.
- Vamos ahora, si os parece, a hacer una incursión, del brazo de Goethe, en el terreno del teatro. Afirmaba el autor alemán que: “una obra teatral debía ser simbólica; es decir: que cada acción debe estar dotada de su propio significado y remitir a otra que aún lo esté más”. El ejemplo que nos propone es el Tartufo de Moliere, sobre todo la primera escena: “un magnífico ejemplo de exposición, “lleno de significado” y permite deducir algo aún más relevante que sigue a continuación.”
- En esta primera escena- prosigue Clavero- se manifiesta enseguida un enfrentamiento entre dos grupos de una familia que vive en la casa de Orgon en París. La causa de este enfrentamiento procede del enfado de la madre de Orgón, Madame Pernelle, que no se siente respetada por los suyos y por ello quiere marcharse de la casa, poniendo como excusa la forma de vida que allí impera y el exceso de visitas que se reciben. Madame Pernelle, por su parte, considera beneficiosa para todos la presencia de Tartufo, ese hombre piadoso, según ella, que hace algún tiempo fue acogido por su hijo Orgón.
En su deseo de rematar la suerte, Clavero deseaba que los chicos relacionen el concepto de significado expuesto por él, con el presentado a partir del texto de Goethe. Le preguntó a Matías Ruiz si podía exponer su punto de vista sobre los usos que se habían hecho de la palabra significado.
Matías, con su calma habitual, se refiere, en primer lugar, al uso coloquial en el que entendemos por significado el sentido, acepción de un término, o su traducción a otro idioma. Él no consideraba apropiado su uso en el caso de Las Meninas, ni para una ópera, ni para una novela. Opinaba respecto a la afirmación de Goethe: “lleno de significado” que debía entenderse como estar lleno de sentido. Expresó, a continuación, que había encontrado “significante” en la terminología de la lingüística como la representación de un sonido.

Beethoven, Velázquez, Cervantes



Cap. 1 Contacto con la optativa

Santiago y Matías llevan ya tres años levantándose temprano, unos días más que otros, entre lunes y viernes. Dentro de esta rutina, el jueves resulta especial: una clase de construcción empieza puntualísima a las 8,30, y siempre con un ejercicio puntuable que lleva el divertido nombre de “despertador”.
Este cuatrimestre se han matriculado de una optativa con un nombre muy llamativo: “Beethoven, Velanquez, Cervantes” que representa un intento de evitar que nuestra cultura se siga fragmentando. Este esfuerzo podría situarse en el marco del discurso de Doris Lessing en la entrega del Premio, de las Letras 2001, Príncipe de Asturias, donde hizo un llamamiento para frenar la desaparición de la educación humanística en las universidades
Respecto a esta asignatura parecía lógico buscar algunas referencias de compañeros que ya hubieran pasado por ella. Si bien es cierto que la mayoría se organiza la matrícula en función, sobre todo, de los horarios, en este caso pensaron que valía la pena saber donde se metían.
Una amiga de Santiago, que también la había elegido, les informó sobre sus pesquisas. Se llamaba Yolanda Burnes y era una empollona bien organizada. Por ella supieron que la simple asistencia garantizaba el aprobado; y que, después, te quedaba materia para ir estudiando, por cuenta propia, durante cuarenta o cincuenta años. Yolanda, cumpliendo con su habitual eficacia, disponía, incluso, de algunas notas, a modo de interrogantes, que había conseguido:
1) ¿Fue Tiziano el primer pintor en aplicar el color con pinceladas sueltas y claramente perceptibles?
2) ¿Existen fragmentos en la música de Beethoven de los que pueda decirse que suenan mal?
3) Cuando tratamos de arquitectura, pintura, literatura, e incluso música: en el fondo ¿no todo es lo mismo?
4) Al escritor Josep Pla no le fue concedido el premio Nobel. ¿lo merecía?
5) ¿Como valoramos la Sagrada Familia de Gaudí?

Para Yolanda responder a estas preguntas representaba un simple problema de eficacia; no experimentaba por ninguna de ellas un interés vital. Tenía que haberse planteado porque, siendo tan aplicada y eficaz, siempre sufría para aprobar los proyectos. Pero este interrogante no estaba en su lista.

A Santiago y Matías solo les faltaba saber quien era el profesor responsable de este invento:
Supieron que se llamaba Felipe Clavero, que se entendía bastante bien con los alumnos y que nunca faltaba a clase. De él se decía que su mujer le había acompañado a la Escuela, porque no podía conducir, el día siguiente de haberse roto una pierna.

Según los horarios la optativa funcionaría los jueves por la tarde de 4,30 a 8. Este día los chicos tendrían que quedarse a comer en la Escuela. Y algunos se pasarían allí doce horas con un descanso de dos. El amplio comedor les permitiría hacer tertulias en la sobremesa. Durante la conversación distendida del primer día aparecieron, a la hora del café, dos nuevos matriculados: Elisa Roca y Jesús Puente; se presentaron juntos y tomaron asiento. Elisa pertenecía a una adinerada familia pero no hacía ostentación; era sencilla, humilde y consciente de que todos los conocimientos que iba incorporando le suponían un gran esfuerzo. Jesús, en cambio, era el personaje opuesto: hijo de obreros, era exuberante, culto, agudo y tenía una dimensión vulgar que sabía manejar con mucha gracia.
Nadie se libraba de sus burlas. Empezó preguntándoles si eran conscientes del rollo que Felipe les iba a clavar. Elisa se escandalizaba de sus maneras pero tenía que rendirse ante su exuberancia.

Beethoven, Velázquez, Cervantes


Introducción

Santiago Piquet contaba 18 años cuando decidió estudiar arquitectura. Esto le convertía en el primer universitario de la familia. A sus padres les causó un doble efecto: por un lado era un orgullo pero una preocupación por otro. Mientras se reconfortaban pensando que Santiago era un chico listo que dibujaba de maravilla; no acababan de ver claros los números de lo que tal decisión representaba. Sin embargo se mostraron dispuestos a hacer frente a los sacrificios necesarios para sufragar los gastos de la decisión de su único hijo.
En casa, a las horas de comer, no daba demasiadas explicaciones. Solo existía, apenas, una leve sintonía entre el matrimonio y el chico. Cuando, rara vez, planteaba alguna cuestión de fondo relativa a sus estudios, se creaba más confusión que clima de diálogo. Sin embargo, los tres vivían tranquilos así.
Santiago conectaba con la gente, lo que le daba una cierta notoriedad y una evidente facilidad para hacer amistades. No tenía un carácter fuerte, antes, al contrario era, más bien, de maneras suaves y su popularidad no llevaba camino de hacer de él un líder.
Para definir su inclinación por la arquitectura contó con la complicidad de Matías Ruiz. Juntos habían pasado largas y numerosas tardes ojeando revistas y comentando libros: entre ellos el de Sigfrid Giedion :” Espacio Tiempo y Arquitectura”. A estas reuniones Matías acudía con su amigo Ernesto Ramón. Los dos hacían buenas migas a pesar de sus caracteres desiguales y hasta contrapuestos. Matías eficaz como una hormiga, interesado y calculador. Ernesto, en cambio, era un desastre con bastantes buenas cualidades: despierto, agudo y con un buen olfato; pero ninguna de ellas le servía para lograr los objetivos que se proponía.
A pesar de tantos contrastes mantenían una buena relación que un observador agudo habría pronosticado que no sería larga. Pero de momento iban tirando y su presencia en reuniones, conferencias y asambleas no pasaba desapercibida.

Pues ya tenemos a nuestros tres jóvenes pendientes de elegir una Escuela, de las dos posibles, para iniciar sus estudios de arquitectura: la de Barcelona y la de San Cugat ( o del Vallés).
Como las condiciones de acceso físico eran similares para ellos, tenían una gran ventaja: solo debían pensar en la calidad. ¡La calidad!: vaya palabra y vaya compromiso. Ernesto y Santiago defendían que Barcelona era un terreno más fértil para estudiantes autosuficientes capaces de soportar la influencia negativa de profesores alucinados. Matías opinaba que S.Cugat les podía ofrecer un clima sosegado donde resultase más seguro y estable ir aprobando asignaturas.
Así que eligieron esta última.

Como tantos estudiantes de arquitectura los tres amigos tenían previsto ir a la Escuela por la mañana y trabajar en un despacho por la tarde. Era un sistema acorde con las exigencias de los centros,
En el primer mes de clase Ernesto empezó a faltar y a pesar de la ayuda que le ofrecían sus dos amigos, ni siquiera intentó seguir el ritmo. Daba la excusa de que en el despacho de las tardes el trabajo se había disparado. La realidad, sin embargo, era otra bien distinta: a Ernesto le faltaba capacidad para organizar su tiempo y sus energías en una sola dirección. Sus compañeros, en cambio, eran lo bastante ordenados para atender los variados requerimientos que se derivan de estudiar, trabajar y vivir, no siempre claramente delimitados y, por ello, frecuentes orígenes de mezclas y confusiones. No es fácil, por ejemplo, delimitar de forma adecuada la dedicación a la cultura, a la información, a la sabiduría, a la creatividad....al ocio ....y a tantas otras que nos rodean y parecen querer subyugarnos.
Cuando leemos “El Quijote”, el libro en nuestras manos ya nos es suficiente. Sin embargo un ensayo dedicado a la música o al cine nos obliga a extender nuestros modestos y torpes tentáculos para cumplimentar la lectura con lo que estamos necesitando ver y oir.

Huellas en el Tiempo

Indice

Cap. 1 Al frente
Cap. 2 Personajes
Cap. 3 Doña Pablina
Cap. 4 Censura
Cap. 5 Bombardeos
Cap. 6 Barcelona 1937
Cap. 7 Una bomba
Cap. 8 Un amigo de Alberto
Cap. 9 Preguntas sin respuesta
Cap.10 Diez pesetas al día
Cap.11 Colectivizaciones
Cap.12 Sin ceremonias
Cap.13 Noticias
Cap.14 La música y la letra
Cap.15 Albertísimo
Cap.16 La Batalla del Ebro
Cap.17 Regreso a casa

Huellas en el Tiempo

Cap 17. Regreso a casa

Julián Matéu se encontraba entre los que habían regresado a Barcelona a principios de año de 1939. Allí pudo constatar la inmensa tristeza de Alberto.
Ninguno de los dos tuvo que sufrir represalias directas por parte de los vencedores; pero su prepotencia les mortificaba cuando veían venir el encumbramiento de tantos líderes fascistas que no perdían ocasión para humillar a los vencidos.
Julián se sabía de memoria el parte del final de campaña: “Cautivo y desarmado el ejercito rojo, las tropas leales han conseguido sus últimos objetivos militares; la guerra ha terminado”
Alberto y él charlaban a cerca de sus impresiones sobre la Batalla del Ebro:
- He tenido – le decía Julián – la oportunidad de conocer, e incluso poder conversar con Hemingway. Me dijo que tenía un libro en proyecto a partir de esta experiencia.
- ¡Como me habría gustado conocerle! – comentaba Alberto – si hubiésemos estado los tres juntos quizá se habría ganado esta batalla.
- Atacando por tres flancos y tirando al río a Franco.
- ¿Crees que Franco debe saber nadar? – pregunto Alberto.
- En politiqueo, al menos, lo está demostrando.
- Y los obispos y los banqueros ¿saben nadar?
- ¿Sabes que te rondan por la cabeza unas ideas muy raras?
- A ver si con ellas me animo – exclamó Alberto –, solo intentaba arreglar el mundo a base de ahogar gente.
- Pues por mi no te detengas.
- Al menos – seguía Alberto – nos queda el consuelo de haber tenido a nuestro lado a los hombres de bien.
- Lástima que no nos ha servido de mucho.
- ¿Qué dirá la historia de nosotros?
- Imagino – comentaba Julián – que se nos considerará como víctimas del matrimonio entre la Iglesia y el Capital, bendecido por Alemania e Italia.
- Y ahora nos toca tragar quina….. Intentaremos no ahogarnos en ella.

Huellas en el tiempo

Cap 16. La Batalla del Ebro

Siguiendo el margen derecho del río, los nacionalistas habían partido la zona republicana en dos. Era, pues, necesario volver a comunicar Cataluña y Levante. Así fue como surgió el atrevido proyecto del general Vicente Rojo de movilizar un ejército de 100.000 hombres al mando del también general Juan Modesto.
Entre los oficiales de este contingente figuraba un Julián Matéu, con su macuto lleno de libros, plenamente consciente de lo que se estaba poniendo en juego. Le llamó la atención, en primer lugar, la cantidad de jovencitos que nutrían las filas. Constituían lo que luego se llamó “la quinta el biberón”; y la verdad era que no inspiraban mucha confianza. Se les veía pletóricos de un optimismo que solo se podía atribuir a la ignorancia.
Llegó a pensar en la gran labor que con ellos podría hacer Alberto; e intentó, de alguna manera, reemplazarle. Y no lo hizo mal. Su aspecto imponente era un factor decisivo siempre que se plantaba delante de la tropa. Cuando les daba órdenes, con su voz clara y rotunda, aquellos chicos parecían quedar prendidos de una sana sugestión. El chico se sorprendía a veces a si mismo de sus condiciones para el mando

El Ebro crea en su recorrido un amplio arco entre Caspe y Tortosa. La unidad de Julián Matéu se dirigió a aquella zona por la parte de Fraga. En la aproximación se encontraron con una pequeña dificultad de léxico: ¿Cuál es el margen derecho de un río?: Para algunos de aquellos chicos era el más cercano al Pirineo, pero no estaban seguros de que ocurría en los tramos perpendiculares a esta cadena montañosa.
A medida que, desde el norte, se iban acercando al río, Matéu intentaba que supieran que el primer margen a su vista iba a ser, precisamente, el izquierdo. Le parecía que lo mejor para ellos sería que cada uno asumiese el porqué. Deseaba que la disciplina no les impidiera sentirse como hombres de criterio; de modo que cuando los reunía por secciones aprovechaba para ejercer con ellos una labor de pedagogo para la que estaba muy bien dotado.

A principios de agosto llegaron hasta el río con órdenes de cruzarlo para poder aliviar la presión sobre Valencia. Pudieron ver las barcazas ya preparadas y enseguida enviaron ojeadores e iniciaron los preparativos.
Un rumor por radio macuto de que algunos tendrían que pasar a nado desbordó la fantasía de aquellos jóvenes respecto a como proteger el armamento y las municiones. Pero los zapadores cuidaron que todo se hiciera en seco. A Julián le vinieron entonces a la memoria aquellas palabras de Don Quijote: “si puedo hacer esto en seco:¿de que no seré capaz en mojado?

Habían pasado por Mequinenza y avanzaban hacia el sur; pero los nacionalistas tras duros combates la volvieron a ocupar. Estos cambios tan rápidos originaban un gran sufrimiento en la vecindad; las tropas que tomaban posesión llegaban muy propensas a castigar, e incluso a eliminar, a quienes habían apoyado al enemigo.
Julián Matéu, en estos casos, ponía gran atención en los caciques de los poblados, a causa de su predisposición para ayudar a los fascistas. El perfil de estos tiranuelos era muy fácil de trazar: acostumbraban a regentar algún comercio y de forma paralela se enriquecían con la usura y con las denuncias políticas que ocultaban, casi siempre, cuestiones de dinero. Eran ruines y quejicas , como el raboso, el dueño de la única tienda del pueblo, que aplicaba los precios a su manera y que había sido el causante de algunos fusilamientos.
Los familiares de las víctimas callaban por miedo, pero alguno de ellos le había hecho confidencias a Julián, que les parecía una persona de fiar. De manera que cuando Matéu hablaba con el raboso sabía perfectamente con quien estaba tratando. Y al mismo tiempo su presencia representaba un freno para los abusos del tendero.
Mientras tanto, las posiciones militares no se mantenían estables y ante la presión de los nacionalistas las unidades republicanas abandonaban Mequinenza y se desplazaban hacia Cataluña, dejándole las manos libres al raboso.
En septiembre se produce un alto en las hostilidades; los fascistas suspenden la ofensiva, las brigadas internacionales se retiran al mismo tiempo que las tropas alemanas e italianas.
La unidad de Julián cruza el Ebro por Flix en una acción de retirada. Volver a pasar el río no es una buena sensación para el joven teniente. Y es precisamente entonces cuando le sobreviene un encuentro que nunca olvidará. Fue el día en que observó que un paisano estaba dando explicaciones sobre el manejo de las armas a algunos de sus jovencitos soldados. Su primera intención fue intervenir, pero el aspecto del intruso le hizo detenerse y consultar, antes, con su capitán:
- Hay un civil hablando con la tropa.
- Sí, es cierto, ya me comentó que deseaba hacerlo.
- ¡Ah! Pero usted le conoce.
- Claro, es Hemingway.
Matéu que había leído su Adiós a las armas aprovechó la oportunidad para saludarle. Ernest se mostró muy asequible, pero los malos momentos que estaba viviendo la República solo les permitieron unas lacónicas palabras.
En lo que resta de 1938 continua el repliegue de los republicanos. En enero de 1939 ceden Tarragona. En febrero cae Cataluña.