lunes, 1 de febrero de 2010

Extraños en un tren. Alfred Hitchcock



Las primeras escenas nos sumergen en las fascinantes tomas de una estación del ferrocarril, donde asistimos a un dinámico juego con las piernas de los viajeros.
Esta película se puede considerar como una obra maestra. Pero me voy a limitar a glosar, tan solo, los primeros minutos, sin que ello me impida recomendar a mis lectores que la vean entera.
Cuando me refiero a Las Meninas nunca dejo de hacer hincapié en el rostro de Velazquez. En este cuadro de los cuadros resulta entrañable distinguir la mirada del artista entre el conjunto de los personajes.
La visión que tenemos de una película se basa en el transcurrir de las imágenes durante un tiempo. En un cuadro, en cambio, nos encontramos, de entrada, con todo el contenido. Pero a pesar de esta diferencia, en ambos, y de alguna manera, establecemos un recorrido.
Volviendo a la película de 1951; las primeras escenas nos ofrecen, con la cámara móvil a ras de suelo, la llegada de un coche. La cámara queda fija unos instantes. Descargan las maletas y vemos como empieza a moverse junto con los actores: simultáneamente. Esto constituye un travelling. A continuación se nos presentan las vías del tren tomadas por una cámara en movimiento; y de nuevo, por medio del travelling, las piernas de los viajeros mientras se desplazan. En algunos instantes las tomas, siempre bajas, son fijas.

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